Dicen que la mejor terapia para quitar las penas es beber, de la cual me abstengo por una noche, Leiva, y escribir sacando todo lo que te duele a fuera.
Yo escucho a Leiva, mientras me ahogo con los recuerdos que me clavaste, las ostias que nos dimos ambos, juntos, solos.
Tardes suicidas donde sabiendo que no me querias, hacias como si así fuera. Y que bien mentias. Y que bien fingías.
50 noches sin ti, sin estar contigo. Desde la noche 40 decidí dejar de llorar y olvidarte. Lo cierto es que no es tan facil como imaginaba. Creo que no hay nada que más me esté costando a dia de hoy que olvidarte.
Te he querido tanto, te he odiado tan poco que ahora que lo pienso me arrepiento del poco tiempo que tuve para mi y todo el tiempo que invertí en ti, el cual a dia de hoy me lo tomo como una perdida.
He leido miradas que no se comparaban a la tuya,
he explorado lunares, y sigo prefiriendo los tuyos,
he visto risas, sonrisas,
pero siempre que cierro los ojos me vuelve la tuya a la cabeza.
Siempre que los cierro estás tú, dueño de todo, en mis retinas, en cada paso que doy, en cada dia que pasa. Y que pasa. Pasa tanto de nada. Pasa tan poco de todo.
Culpable por haber sabido quererte a ti, y no a quien me queria. Culpable por haberme tragado esa risa muda y las 40 tonterias que me decías cada dia.
Y ahora creo eso de que lo perfecto no es posible.
Ahora creo en eso de que nadie quiere a nadie, pero siempre queremos que nos quieran, y esta es la terrible sociedad que hoy se aferra a nosotros.
Fui de las que decidió seguir con el vaso puesto en lugar de apartarlo cuando sabia que dentro de poco, estallaria.
Y estallaste.
Que si estallaste.
Y llegó la tormenta, y te llevaste consigo todas mis buenas maneras y mis peores rabietas. Mis ratos de educacion y mis malos dias.
Pero tambien los buenos.
Y es que desde que tu no estás ya no son buenos, ni malos. Solo son, así como yo, soy del verbo ser, y no tuya.
Tardes suicidas donde sabiendo que no me querias, hacias como si así fuera. Y que bien mentias. Y que bien fingías.
50 noches sin ti, sin estar contigo. Desde la noche 40 decidí dejar de llorar y olvidarte. Lo cierto es que no es tan facil como imaginaba. Creo que no hay nada que más me esté costando a dia de hoy que olvidarte.
Te he querido tanto, te he odiado tan poco que ahora que lo pienso me arrepiento del poco tiempo que tuve para mi y todo el tiempo que invertí en ti, el cual a dia de hoy me lo tomo como una perdida.
He leido miradas que no se comparaban a la tuya,
he explorado lunares, y sigo prefiriendo los tuyos,
he visto risas, sonrisas,
pero siempre que cierro los ojos me vuelve la tuya a la cabeza.
Siempre que los cierro estás tú, dueño de todo, en mis retinas, en cada paso que doy, en cada dia que pasa. Y que pasa. Pasa tanto de nada. Pasa tan poco de todo.
Culpable por haber sabido quererte a ti, y no a quien me queria. Culpable por haberme tragado esa risa muda y las 40 tonterias que me decías cada dia.
Y ahora creo eso de que lo perfecto no es posible.
Ahora creo en eso de que nadie quiere a nadie, pero siempre queremos que nos quieran, y esta es la terrible sociedad que hoy se aferra a nosotros.
Fui de las que decidió seguir con el vaso puesto en lugar de apartarlo cuando sabia que dentro de poco, estallaria.
Y estallaste.
Que si estallaste.
Y llegó la tormenta, y te llevaste consigo todas mis buenas maneras y mis peores rabietas. Mis ratos de educacion y mis malos dias.
Pero tambien los buenos.
Y es que desde que tu no estás ya no son buenos, ni malos. Solo son, así como yo, soy del verbo ser, y no tuya.
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